5.03.2006

Para recuperar la "buena fe"

Al mismo tiempo hay que, por un lado, ocuparse en el propio corazón de hacer las correcciones necesarias para restablecer la buena fe y, por otro, estar al servicio de lo que hay. Son la diástole y la sístole de un movimiento que en cada acto concreto tiene que ser unidad, integración, para que no sea solamente una prolongación más de nuestro torcido. Pero nos acostumbramos a escondernos en lo que hay, a usar la realidad para evitar el contacto doloroso con nuestro corazón herido, y esa trampa es doblemente cerrada porque nuestras urgencias inmediatas son extremas, inaplazables. Me atrevería a afirmar incluso que una de las causas mayores (instintivas) de nuestro poco desarrollo es que en el fondo no «deseamos» desarrollarnos porque ya no tendríamos disculpas para seguir escondiéndonos, y es más fuerte el miedo que el deseo de vivir mejor. Por eso terminamos siendo esclavos de una lucha canibalesca por sobrevivir, la vida se nos va en eso. En muchos casos, y cada vez más, las condiciones de supervivencia y la acción disolvente del sistema son tan duras que no podemos hacer otra cosa, pero aún aceptando eso es evidente que si no rompemos el círculo vicioso no podremos hacer jamás un camino propio que nos permita acceder a nuestro propio desarrollo. Estaremos condenados para siempre a disputarnos las migajas que caen de otras mesas. Nos toca, inexorablemente, desarrollar una forma de poder lo que no podemos, ampliarnos interior y exteriormente de tal manera que seamos capaces de responder a lo inmediato sin ser sus esclavos, sanando en el camino esa herida infectada que nos impide la reconciliación con nuestro propio corazón. Desde luego, pensar que este sea un proceso que transiten pueblos enteros es hoy una ingenuidad. A menos que ocurra un verdadero milagro de conversión espiritual masiva, la humanidad está condenada a pasar por la gran catástrofe. Es sólo cuestión de tiempo. Hablo aquí de ese pequeño resto que desde ya tiene que prepararse para sobrevivir y refundar después, si es que hay un después, la humanidad.

No hay comentarios: