12.07.2006

Caminar sobre las aguas

La Vida nos espera en Jesús y queremos ir hacia ella como Pedro: Señor, si eres tú, mándame ir donde ti... (Mt 14,28). Ilusionados por nuestros buenos deseos, se nos olvida que Él, que nuestra vida, nos espera, sí, pero caminando sobre las aguas en medio de una tempestad. Su orden, la orden de la vida que nos llama, es clara y fuerte: ¡Ven!, y damos uno o dos pasos sobre las aguas picadas, pero la “conciencia” del peligro en que nos encontramos termina imponiéndose y nos echa encima el lastre del miedo que nos empuja hacia el desastre. ¿Cómo sostener la confianza en ese instante precioso en que logramos ignorar la imposibilidad racional de hacer lo que en ese instante ya estamos haciendo: caminando sobre las aguas en dirección a Jesús? El gesto del cual somos responsables y que nos capacita para movernos hacia la Vida que nos llama, consiste en volver cada día y en cada situación concreta a colocar los pies sobre ese sostén invisible e irracional capaz de mantenernos a flote en medio de la tormenta y permitirnos llegar hasta Él... volver a nosotros mismos.