5.03.2006

Atracción

Tenemos que llamar, atraer, si, pero por nuestra calidad, no por nuestra cantidad ni por el ruido que seamos capaces de hacer. ¿Cómo el espíritu les comunica a los otros nuestra calidad? Es imposible saberlo exactamente. Lo cierto es que nuestra desconfianza y temor nos empujan a afirmarnos primero en nuestra cantidad y en nuestros ruidos, porque al verlos y oírlos nos parecen reales, pero estamos llamadas y llamados a insistir en Ser, sobre todo en los momentos y lugares en que esa insistencia parece más estéril y vacía. Es allí donde mejor comulgamos con la aparente esterilidad y vacío de la eficacia eucarística de Jesús resucitado, que ya no hace nada por sí mismo sino que lo delega todo a su cuerpo místico. El contemplativo está llamado a delegarlo todo, mediante su Ser-Hacer eucarístico, de la misma manera que lo hace Cristo resucitado. Esa es su eficacia, su función en la Iglesia.

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