9.07.2012

Eucaristía y Eficacia...

Desde el punto de vista de su propio itinerario, el itinerario de Jesús de Nazaret, la eucaristía y la muerte en la cruz son más una condición de eficacia que un sacrificio. Una vez que aprende en sí mismo el fracaso inexorable de todas las construcciones humanas (Todas sus posibles opciones están contaminadas, terminan abriéndole la puerta al «diablo», al mal…) comprende que la posibilidad de una construcción no contaminada, divina, lo obliga a implicarse de una manera que supera y subvierte todas las lógicas humanas: ofreciendo su cuerpo y sangre para que sean comida y bebida; no porque se le imponga desde afuera ese sacrificio sangriento sino porque es la única forma de responderse, de cumplirse a sí mismo, de hacer nuevas todas las cosas. Por eso cuando hablamos de una vida eucarística hablamos más de una vida de eficacia que de una vida de sacrificio. Vista desde afuera quizá tenga la forma de sacrificio, pero desde adentro su forma es la realización más plena de nuestra propia humanidad, que no sólo es humanidad sino divinidad. En medio de su gesto de obediencia que implica la entrega total de sí mismo, Jesús nunca se resigna, es lúcido hasta el final.

9.06.2012

Somos las cuerdas vocales que hacen posible la modulación de la Palabra… nada más

No hay manera de decir una palabra diferente al hecho de decirnos a nosotros mismos. La palabra somos nosotros, ésa es la tarea. Tenemos que ser la imagen sagrada que estamos llamados a ser para que podamos ser usados como necesiamos y queremos serlo. Lo que debe salir de nosotros, nuestro aporte a la construcción, no puede ser más que una consecuencia inevitable, un rebalse, una añadidura. Todo trabajo es en realidad una interferencia, un estorbo, pero la ironía de nuestra identidad divina, la consecuencia de nuestra caída, es que sin trabajo es imposible revelarla. La mayor parte de todo tenemos que gastarla haciendo algo que en realidad es un estorbo y haciéndolo de tal manera que no deje de ser precisamente eso,un estorbo, es decir, impidiendo la formación de un ídolo. El enviado no debe llevar nada diferente a sí mismo para que el mensaje pueda pasar a través de él y comunicarse. Somos las cuerdas vocales que hacen posible la modulación de la Palabra… nada más.