4.27.2006

No hacer nada especial

Quizá el trabajo sea desarrollar una pedagogía contemplativa capaz de propiciar en otros el descubrimiento de que «La contemplación no está ciega, pero no es meramente una visión, un testigo. Es también acción. Es la construcción del templo en el cual se realiza la realidad. Nosotros somos espectadores, actores y autores de la realidad -no cuando estamos solos- aislados, sino cuando somos todos uno, integrados. Un camino hacia esta integración y un resultado de la misma (el upaya anupaya, el “camino sin camino”, el “no hacer nada especial” del Sivaismo de Cachemira) es mirar los pájaros y observar los lirios» (Raimond Panikar). La única manera de Ser realmente quienes somos, es decir, de hacer lo que nos corresponde hacer, es Ser los constructores del templo en el que se realiza la realidad. No somos dioses, no podemos comprender ni manipular lo que sucede en el interior sagrado del templo, pero, irónicamente, nuestra condición de Hijas e Hijos de Dios nos coloca más arriba, nos impone la responsabilidad de construir ese templo. Si no asumimos esa construcción no puede suceder de ninguna manera lo que nos debe suceder, es decir, no construimos nuestro Ser ni aportamos a la construcción de la realidad de acuerdo al proyecto de Dios. Tenemos una dignidad divina, somos responsables de construir aquello a lo que debemos obedecer. No hay contradicción: construimos con nuestros inevitables sentidos divinos y obedecemos con nuestra, también inevitable, realidad humana. El método es no hacer nada especial: Nazaret. Pero transformar nuestra mentalidad maleducada, sanar nuestra visión enferma, desmontar la gran apariencia de nuestros muchos “afanes y quehaceres” para convertirnos al hecho de que no hacer nada especial es el camino que nos lleva a la realización más plena como seres humanos y como Hijas e Hijos de Dios, es una tarea descomunal. Tan difícil como convencer a alguien que no ha abierto nunca sus párpados de que con ese solo gesto descubriría un mundo nuevo, preñado de luz y de colores. Construir, cambiar, hacer una revolución, son actos que sólo puede realizar alguien que es, además de espectador y actor, Autor de la realidad. O sea que, luego de afirmar primero en mí mismo mi propia identidad de Autor, de afirmarla cada día, debería aprender a ofrecerme, mostrarme de tal manera que quien quisiera leer en mí esa Luz tuviera por lo menos un margen aceptable de posibilidades de hacerlo.... A menos que todos aprendamos a recorrer el camino sin camino, el no hacer nada especial, a vivir Nazaret, será completamente imposible ser todos uno, integrarnos. Pero aquí hay algo que aclarar. Desde el punto de vista técnico, digamos, psicológico, es muy sano percibir el valor de no hacer nada especial como base común sobre la cual construir una sana y distensionada convivencia con los otros. Es claro que si desmontamos la coraza con la que nos cubren todas esas cosas “especiales” que se nos ha enseñado que son indispensables para acceder a nuestra plenitud y “desarrollo”, nuestras relaciones con los otros tendrían una posibilidad mucho mayor de no estancarse en estadios agresivos y de competencia. Pero Nazaret no es sólo eso, es algo más, es la revelación del medio ambiente en el cual nos es posible reconocer y vivir nuestra dignidad de Hijos e Hijas de Dios. Es el lugar al mismo tiempo humano y divino donde se nos hace un don, el lugar indispensable en el que la gracia de Volver a nacer del Agua y del Espíritu puede hacerse efectiva en nosotros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas Fernando, acabamos de añadir tu blog a la lista de blogs bolivianos de http://blogsbolivia.blogspot.com

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