1.27.2009

"Consecuencias" del Monje


… al igual que se forman los ventisqueros cuando cesa el viento, así mismo cuando cesa la verdad surge una institución. Pero la verdad sigue soplando por las alturas y al final acaba por destruirla.

Henry David Thoreau


Desde el punto de vista de sus consecuencias, un monje es un ser humano capaz de hacer cesar su propio viento para obedecer al ventisquero que se forma después, obedeciendo hasta el extremo de llegar a ser institución, pero sin dejar de ser también, en las alturas, ese viento que sigue soplando y al final acaba por destruirla. Para ser monje se necesita ineludiblemente una institución, y mientras más fuerte mejor, pero dentro de ella, siendo fiel a ella, es un ser humano radicalmente des-institucionalizado que vive-anticipando una libertad absoluta en el sentido del memorial eucarístico, porque cuando cesa la verdad surge una institución. Como lo expresa Juan Pablo II en su encíclica Ecclesia de Eucharistia: «La Eucaristía hace presente el sacrificio de la Cruz, no se le añade y no lo multiplica. Lo que se repite es su celebración memorial, la «manifestación memorial» (memorialis demonstratio), por la cual el único y definitivo sacrificio redentor de Cristo se actualiza siempre en el tiempo.» Ser manifestación memorial es la única forma de «demostrar», actualizándolo en el tiempo, el único y definitivo sacrificio redentor de Cristo. La Eucaristía no es institución, es memorial.


Por eso si en el presente siglo los hombres y mujeres que sean memorial no toman el volante, la humanidad definitivamente se irá al despeñadero. Obvio. A estas alturas y simas de la aventura humana el poder tiene que estar en manos de quienes sean capaces de ser al mismo tiempo institución y viento porque sólo ellos pueden impedir que cese la verdad. La verdadera y por lo tanto la única política humana tiene que ser forzosamente Eucarística, memorial. Política en el sentido de esta definición que da el diccionario: «Hábil para tratar a la gente o dirigir un asunto: hay que ser muy político para llevar a cabo este proyecto sin ofender a ninguno de los afectados.» Y hoy por hoy, la institución más hábil para tratar a la gente y dirigir sus asuntos sin ofender a ninguno de los afectados, es, sin duda, la institución monástica. En términos de Vida no podemos añadir ni multiplicar nada, por ahí lo único que logramos es exacerbar nuestros tumores; de lo que se trata es de actualizar en nuestro tiempo y circunstancias la plenitud que ya somos y que no podemos dejar de ser de ninguna manera: El hombre sabio, entonces, cuando ha de gobernar, sabe cómo no hacer nada. Al dejar las cosas estar, descansa en su naturaleza original. Aquel que gobierne respetará al gobernado ni más ni menos que en la medida en que se respete a sí mismo. Si ama su propia persona lo suficiente como para dejarla descansar en su verdad original, gobernará a los demás sin hacerles daño. Dejadlo que evite que los profundos impulsos de sus entrañas entren en acción. Dejadlo estar tranquilo, sin mirar, sin oír. Dejadlo estar sentado como un cadáver, con el poder del dragón vivo en torno de sí. En completo silencio, su voz será como el trueno. Sus movimientos serán invisibles, como los de un espíritu, pero los poderes del Cielo irán con ellos. Inalterado, sin hacer nada, verá todas las cosas madurar a su alrededor. ¿De dónde sacará tiempo para gobernar? (Thomas Merton comentando/parafraseando al filósofo chino Chuang Tzu)


Y continúa Thoreau:


Este mundo es un lugar de ajetreo. ¡Qué incesante bullicio! Casi todas las noches me despierta el resoplido de la locomotora. Interrumpe mis sueños No hay domingos. Sería maravilloso ver a la humanidad descansando por una vez. No hay más que trabajo, trabajo, trabajo. No es fácil conseguir un simple cuaderno para escribir ideas; todos están rayados para los dólares y los céntimos. Un irlandés, al verme tomar notas en el campo, dio por sentado que estaba calculando mis ganancias. ¡Si un hombre se cae por la ventana de niño y se queda inválido o si se vuelve loco por temor a los indios, todos lo lamentan principalmente porque eso le incapacita para... trabajar! Yo creo que no hay nada, ni tan siquiera el crimen, más opuesto a la poesía, a la filosofía, a la vida misma, que este incesante trabajar.


El monje toma notas en el campo no para calcular sus ganancias sino para investigar la forma de parar su incesante trabajar. Sin embargo, hay que resaltarlo: está en el campo y toma notas en un simple cuaderno para escribir ideas. En medio del resoplido de la locomotora irrumpe con su domingo. Es el anuncio que en él o ella se hace memorial. Su tarea es hacer que en sí mismo la humanidad descanse por una vez. Es siempre un ser humano que se calló por la ventana de niño y quedó inválido o se volvió loco, alguien incapacitado para… trabajar. No puede ser cómplice del crimen y por eso no le queda otra que la poesía, sin olvidar, claro, que «un poeta es la cosa menos poética del mundo.» (Keats)


Violentando cajas fuertes


Como garantía contra los ladrones que roban bolsos,

desvalijan equipajes y revientan cajas fuertes,

uno debe asegurar todas las propiedades

con cuerdas, cerrarlas con candados,

acerrojarlas con cerrojos.

Esto (para los propietarios)

es del más elemental sentido común.

Pero cuando aparece un ladrón fuerte, se lleva todo,

se lo echa a la espalda y sigue su camino,

con un solo temor:

que cedan las cuerdas, candados y cerrojos.

Así, lo que el mundo llama buen negocio

noes más que una forma de amasar un botín,

empaquetarlo y asegurarlo,

formando una carga cómoda

para los ladrones más audaces.

¿Quién hay, entre los llamados inteligentes,

que no desperdicie su tiempo amasando

un botín para un ladrón mayor que él?


***


En la tierra de Khi, de pueblo a pueblo,

se podía oír el canto de los gallos, el ladrido de los perros.

Los pescadores lanzaban sus redes,

los campesinos araban los anchos campos,

todo estaba pulcramente señalado con líneas de demarcación.

En quinientas millas cuadradas

había templos para los antepasados,

altares para los dioses de los campos y espíritus del grano.

Cada cantón, condado y distrito

era gobernado con arreglo a las leyes y estatutos...

Hasta que una mañana el fiscal general, Tien Khang Tzu,

liquidó al rey y se apoderó de todo el Estado.

¿Quedó acaso conforme con robar la tierra?

No, se apoderó también de las leyes y de los estatutos,

y con ellos de todos los abogados,

por no mencionar a la policía.

Todos formaban parte del mismo paquete.


Por supuesto, la gente llamaba ladrón a Khan Tzu,

pero lo dejaban tranquilo

viviendo tan feliz como los Patriarcas.

Ningún pequeño Estado levantaba la voz contra él,

ningún gran Estado hizo el más mínimo movimiento en su contra.

Así que durante doce generaciones el estado de Khi

perteneció a su familia.

Nadie interfirió sus derechos inalienables.


***


El invento

de los pesos y medidas

hace más fácil el robo.

La firma de contratos, la implantación de sellos,

hacen más seguro el robo.

Enseñar amor y obligaciones

suministra un lenguaje adecuado

con el cual demostrar que el robo

es en realidad para el bien de todos.

Un hombre pobre ha de ser ahorcado,

por robar una hebilla de cinturón,

pero si un hombre rico roba todo un Estado

es aclamado como el estadista del año.


De modo que,

si queréis escuchar los mejores discursos

sobre el amor, el deber, la justicia, etc.,

escuchad a los hombres de Estado.

Pero cuando el arroyo se seca,

nada crece en el valle.

Cuando el montículo se aplana,

el hueco junto a él se llena.

Y cuando los hombres de Estado y los abogados

y los predicadores del deber desaparecen,

no hay tampoco más robos

y el mundo queda en paz.


Moraleja: cuanto más acumules principios éticos

y deberes y obligaciones,

para meter en cintura a todo el mundo,

más botín acumulas para los ladrones como Khang.

Por medio de argumentos éticos y principios morales,

se demuestra finalmente

que los mayores crímenes eran necesarios,

y que de hecho fueron un señalado beneficio

para la humanidad.


(Chuang Tzu, leído, «interpretado», por Thomas Merton)


El monje demuestra, hace memorial con su ser de lo verdaderamente necesario. Es eficaz y no hace daño porque ama su propia persona lo suficiente como para dejarla descansar en su verdad original, evitando que los profundos (y artificiales) impulsos de sus entrañas entren en acción. Gobierna, es decir, trata a la gente, dirige los asuntos, lleva a cabo los proyectos, sin ofender a ninguno de los afectados, viendo todas las cosas madurar a su alrededor.

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