10.16.2006

Señales


Ustedes me buscan, no porque han visto señales, sino porque han comido panes y se han saciado. Obren, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que les da el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre Dios ha marcado con su sello.

Cierto es que la tendencia humana más fuerte consiste en buscar aquello que llena el estómago, pero también cierto es que hay hombres y mujeres -quizá la mayoría- que no tienen oportunidad de ver señales porque no hay casi nadie que se dedique a ese oficio: generar señales. Y generar señales consiste en obrar, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que les da el Hijo del hombre. No importa que los seres humanos permanezcan encerrados en su tendencia desaforada a buscar solamente aquello que les llena el estómago “hasta saciarse”, por más que quieran no pueden arrancar de sus entrañas esa brújula interna que los hace desear, a favor de lo mejor de sí mismos, de su identidad divina, ver señales. Y cuando logran ver una señal les brotan de donde menos esperan, gestos, palabras y sentimientos de vida eterna. Ser cristiano, ser seguidor o seguidora de Jesús de Nazaret, es dedicarse al oficio de generar señales, no porque dejemos de responder a las necesidades del estómago, sino porque solamente quienes viven ya la vida eterna, quienes generan y reconocen las señales, pueden vivir una justicia divina, la única que multiplica el pan para todos y todas sin imponer ninguna forma de injusticia o de opresión a nadie. Quien genera señales provoca, quien provoca despierta, y quien despierta vive y hace posible que otros vivan la vida eterna.